El colectivo Galería de Picadas, formado por gestores culturales, sale al rescate de un patrimonio de la ciudad, que constituye una de las particularidades urbanísticas de Santiago Centro: las galerías comerciales. En este laberinto de portales, pasajes y callejuelas que recorren algo más que las tradicionales “ocho manzanas” de la urbe santiaguina, se encuentra un sinnúmero de pequeños comercios, tiendas, talleres artesanales, restaurants y diversas ofertas comerciales únicas y tradicionales, que subsisten a la creciente concentración de la oferta en grandes malls.
Como en las ciudades con historia y riqueza patrimonial, las galerías de Santiago permiten aventurarse en la búsqueda de lo genuinamente “bueno, bonito y barato”, en un recorrido entretenido, diferente y conveniente para el consumo de diversos productos y servicios.
Galería de Picadas es un servicio para la conservación y difusión del patrimonio material e inmaterial del centro de Santiago, especialmente de oficios tradicionales y otros innovadores que se mantienen ocultos en las distintas galerías del centro de Santiago, pero que tienen un oferta de servicios variada y diferente.
Hoy, después de algún tiempo de prueba, lanzamos oficialmente Galería de Picadas, a las 20 horas en el Café de Plaza de Armas Hostel, Compañía de Jesús 960, Depto. 607, 6° Piso, Portal Fernández Concha, Plaza de Armas de Santiago, Santiago Centro.
¿Qué mejor lugar que este emblemático e histórico edificio del centro de nuestra ciudad?
¡Larga vida a las Picadas!
Dulces con sabor a pescado, jugos de raíces exóticas y artículos de decoración sacados del China Town son sólo alguna de las maravillas de este matrimonio, que posee la mezcla perfecta de la tradición milenaria y sabiduría oriental con la picardía e ingenio de chileno, lo que se nota en la variedad y tipos de productos que podemos encontrar en su negocio.
Reparaciones: 
Con precios insuperables, contra los cuales Blockbuster temblaría de terror, irrumpe en un rincón del caótico centro de Santiago, con más de 10.000 títulos a su haber en estanterías ordenadas temáticamente.
La técnica del zurcido invisible está por cumplir un siglo en Chile. El Zurcidor Japonés fue fundado en 1916 y desde ya se encargaba de reparar "mágicamente" las prendas que habían sufrido desgarros o quemaduras. Para esto se realizan 2 tipos de trabajos: el injerto y el tejido. Este último es el que implica mayor dedicación ya que, haciendo uso de las hebras de la tela y unas agujas especiales, se logra imitar el tejido y dejarla como nueva. En su periodo de mayor esplendor, el Zurcidor Japonés recibía cerca de 10 pedidos diariamente ya que la oferta textil era limitada y no todos podían acceder a desechar su ropa y comprar una nueva prenda, como lo hacemos hoy en día. Si bien en la actualidad la demanda es menor, la tienda no deja de recibir encargos en su local, ya sea porque la prenda tiene un gran valor emocional, la tela es única o es "la prenda" que mejor le queda al dueño.
Mónica Forno, esposa del dueño y heredero del centenario negocio, nos cuenta que ellos trabajan de forma artesanal y quienes hacen la magia son integrantes de la familia de ascendencia japonesa que mantienen la milenaria práctica y la han transmitido de generación en generación. Mónica es sincera al momento de llevar una prenda ya que si la tela no da hebras o la prenda no tiene tela adicional de donde sacar el injerto, no es posible repararla. Y ella sin problemas te explica por qué y los posibles resultados.
